El sitio donde sueño con los ojos abiertos, el mar

Parece no importar cuántas veces lo hayamos tenido delante, siempre nos impresiona verlo.

Esa inmensidad y fuerza que transmite provocan una reacción un tanto peculiar en el ser humano; parece amplificar y sacar a la superficie nuestros pensamientos más profundos, cómo nos sentimos de verdad en el momento en que las mareas besan nuestros pies y la arena se hunde bajo nosotros.

El mar es un espacio sin límites y una vista sin fronteras. Cuando veo el mar, hay más espacio en mis alrede- dores y en mi mente. El viento es fresco, el olor salado, y el sonido es relajante.

Una conexión fuerte con viento, agua, sonido y vida. Es como una explosión de sensaciones.

Es curioso que todos los bebés saben nadar; pero es algo que olvidamos después cuándo andamos en nues- tras vidas terrestres. ¿Toda la vida viene del mar, no? Sin embargo a veces me da miedo. Cuando voy hacer surf, las olas me parecen salvajes, peligrosas; al mismo tiempo el ritmo del mar me acuna y me calma como ningún otro puede calmarme.

Playas de todo el mundo se llenan de visitantes felices que solo buscan desconectar y olvidar, durante los instantes que dura el baño, las obligaciones que rigen su vida. El mar nos pone melancólicos y nos pregunta quiénes somos con el sonido de las olas. El mar sosiega el alma y es fácil llorar en él, porque las lágrimas (y nuestros problemas) parecen pequeños en comparación.

Y es por eso, que quiero compartir contigo una serie de 15 fotografias que fueron disparadas en uno de esos días donde el mar, me supo ayudar. Para que las puedas sentir cerca, y te pudan llegar a inspirar en tus próxi- mos proyectos.

 
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¡Los recuerdos también huelen!